Tras del grueso cristal me encuentro
contemplando la ciudad,
El fuerte viento mece y deshoja casi por completo
Al viejo lapacho, el suelo se pinta de color violeta,
Los pájaros se han refugiado
Sobre los deteriorados tejados.
Allá a lo lejos, el cielo se viste de gris,
la tarde se adormece, se entristece la urbe
Sus voces poco a poco se silenciaron.
Lamentos otoñales en sus últimos suspiros.
Miro el reloj, apago las luces, desciendo cuatro pisos
y busco mi norte, allá voy amor mío.