Luis Ernesto Hernández Aguirre

VESTIGIOS

En un tiempo tuve un tesoro

repleto de gracia y fulgor,

de refulgentes esmeraldas

con coloridos escarlatas

surgidos desde mi interior,

que fui entregando generoso

a todos en mi derredor.

 

Y fue tal riqueza y candor

de aquel mi tesoro precioso,

que sus delicadas delicias

fueron esas tersas caricias

que como aire fresco en el rostro

o cual suave viento a favor

fue resoplando generoso.

 

Más un día en el que vi un prado

majestuoso por su verdor,

rebosante de finas flores

y tantas hierbas de colores

que por fecundo me arrobó,

entregué así, sin más reparo,

mi riqueza en su resplandor.

 

Bondad, paciencia y humildad

como perlas incandescentes,

labor, servicio y devoción,

generosidad y pasión

como llamaradas ardientes

a tu alma sin titubear

entregue pleno y totalmente.



Mas no quisiste mi bondad

y la asumiste por sentada,

ni fue tampoco mi paciencia

que derrochaste en displicencias,

o noble humildad vulnerada

que por respuesta fuiste a dar

por la soberbia acumulada.

 

O el cuidado en cada detalle

de servir alegre al hogar,

o aquel trabajo cotidiano

en que laboré sin descanso,

y ser suficiente al donar

el pan ganado con pesares

al dulcísimo bienestar.

 

Si no quisiste mi bondad,

devuélveme tan solo un poco,

si mi paciencia solo fue

pretexto de desconocer

la dignidad y mis arrojos

de mi desnuda libertad,

entrégame aquellos despojos.

 

Reembólsame la valía,

esa que ciega confundiste

con la robusta voluntad

de mi humilde afabilidad,

aquella fe que en mi perdiste

cuándo en necedad la alegría

con los deberes confundiste.

 

Quédate tú con mi servicio

pues sabes que me gusta amar,

porque cuando me dono sirvo

y sirviendo amando te brindo

el cuidado para forjar

las sortijas del sacrificio

y de la generosidad.

 

Regrésame solo retazos

del sutil y ancestral tesoro,

que por gracia engalanara

esas virtudes enmarcadas

con singular lujo y decoro,

de aquel mi radiante regalo,

devuélveme tan solo un soplo.

 

Deja que tome mis andanzas

por esas sendas escondidas,

desarraiga ya esos vestigios

que engalanaron el camino

de los ocasos de tu vida,

entre las ruinas olvidadas.

deja que encuentre mis salidas.