ERAN OTROS TIEMPOS
En cierta época,
se pudo recorrer Londres
ciudad con bastante fluidez.
No había atasco
suficiente, y la gasolina
no era un producto tan criticado,
tan escaso de buena reputación.
Y uno podía aparcar el coche
casi en la misma puerta,
de ninguna manera constituía un lujo
poder aparcar cerca de casa.
Así las cosas, el tráfico funcionaba
por entonces con cierta fluidez,
sin destino fijo en algún caso,
solo discurrir por discurrir en auto,
nos poníamos a completar un circuito urbano
solo por diversión.
Y en el otoño, cuando caía la lluvia
de forma abundante,
el automóvil relucía
por el centro de la urbe, como si fuera nuevo,
casi como un automóvil recién comprado,
y era cómodo trasladarse
de un sitio a otro,
de un sitio a otro
una vez que enchufábamos la emisora
de música en la radio
y la calefacción.
¡Con el frío que
en aquellos días solía hacer en invierno,
por las calles del centro!
Constituía casi una fiesta circular, y
los vecinos
apenas nos enfadábamos,
más bien todo lo contrario,
sino que más bien nos alegrábamos,
si teníamos que sacar el auto
del garaje por pura urgencia,
por causa de una fuerza mayor.
Gaspar Jover Polo