En la fría y yerma noche de invierno,
un hada torpe se cayó en la nieve,
su pelo erizado, voz de porcino;
su nariz rota, una esfinge en relieve.
Sus finas alas de luz se fundían,
triste lloraba de hambre y con espanto;
nevaba lluvia ácida, ¡qué agonía!;
su rol de ninfa ensombrecía el cuento.
El bosque se llenaba de miseria,
con cada patinazo que ella daba;
la arboleda en huelga de serrería,
maldecía a esa hada tan torpe y boba.
Fue en una noche de fatal insomnio,
cuando el hada y la nieve se retaron
a escupitajos, en un charco de odio:
¡Hartas de falsos poemas de amor.!