Tengo tanto de tan poco,
sueños imposibles, realidades espantosas,
dolores inimaginables, desencanto, ...
Conozco demasiado bien a los demás,
para saber que no hay esperanza,
seguir aquí es el suplicio,
cómo lo vivió infinitamente peor Jesús.
El creía en un Dios Padre,
se sentía su hijo.
Uno un simple mortal, desconfiado e incrédulo
está perdido.