Terribles argumentos se cosechan en mi ser mientras remojo la esponja en el líquido viscoso verde para tallar una y otra vez, que tarea tan extenuante y molesta. Ojalá se rompan todos los platos, ojalá este vasos que sostengo lo pudiera destrozar con la fuerza de mi mano, encajarlo una y otra vez al repartidor de agua. Mis perros me respaldarían, defenderían mi acción con sus fauces a mi alrededor, los vecinos saldrían para ser testigos de mi brutal acto, luego llegaría la policía, me darían unos 15 años de cárcel. Remojo la esponja tallo el plato, enjuago con agua, una, otra y otra vez, imposible eludir otro atentado a la humanidad. Imposible negar mi odio a ese recoveco de la casa donde todos los días me espera la estúpida esponja amarilla con verde para burlarse de mi.