Al poeta que con fuego escribe,
y en versos su alma transcribe,
revelando la humildad que reside
en un corazón que arde y confía.
Al poeta que en la tristeza se sumerge,
y en sus versos la fragilidad emerge,
de un alma pura, serena y sin subterfugios,
que en la pena su verdad divulga.
Al poeta que en el enojo fulgura,
y en su voz la libertad se asegura,
un espíritu indomable, audaz,
que en la verdad su camino encuentra.
Al poeta que en penas y fantasías,
con tinta de fuego, enciende las miradas,
zigzagueando rimas de espanto y dolor,
cual asombro y candor, en páginas blancas.
Dichoso sea el poeta,
que en versos y rimas, alimenta el amor,
y en el corazón del lector,
despierta la dicha, la pena y la flor.