He visto distintas horas del día caminar sin mí,
he sentido que respiro el veneno
de la ausencia que deja mi lecho, antes de partir;
he sido la causa perdida de mis sueños,
y después de ellos, me permito, no existir.
Porque ha sido mi presencia
la apariencia de la estatua que no puede reír;
todo, en apariencia siempre va bien,
pero no encajo en las pinturas de Rembrandt o Dalí,
no soy parte del arte del que pretendo salir,
para dar cabida a la mujer que se permite vivir.
Y todo es mutismo e indefinido hermetismo
que sobre pasa la sombra, de la que una vez fui;
y hoy, grito por mí,
por salir de las tinieblas y barruntos pensamientos
que, los miedos dejan a la altura de la duda
y a la vista del escrúpulo silencio,
que almacena mis pasiones, y no las deja salir.
¡Grito por mí!
Por ser escuchada, vista y admirada,
sin caer en la malicia de las pasiones insanas,
y revelar la injusticia,
con la que siempre fui señalada.
Grito por ser entendida y protegida,
antes que sigan arrancándome la vida pedazo a pedazo;
grito, porque, aunque me llegan las ganas,
aun me siento perdida.
¡Grito por mí, grito por ti!
Y ¡Grito por las mujeres, que alimentan la tierra
y no pueden hoy, estar aquí!