Alberto Escobar

Es mejor

 

 

 

 

Mejor dejarla, ahora, mejor dejarla,
que tranquila vaya a su equilibrio,
y voy andando al mismo tiempo
que el aire calma la herida, y sigo
siendo el mismo, con una versión
diría más acendrada, o más pulida,
o más conseguida —me autoengaño—.
Mejor que sea, que venga si quiere,
que se vaya cuando la puerta
de salida le invite, que nunca esté 
cerrada, que esa huella en forma
de caparazón quede en el archivo. 
Que se exprese, que ahonde sin miedo
en el profundo de una barandilla, 
que la vista cirniéndose hacia abajo
no tema la caída, ni la muerte cierta
estampándose sobre el pavimento, sin
inspector ni policía subsiguiente, ni juez
que levante acta ni tiza que contornee
mi figura inerte sobre el sucio polvo 
de un punto y final inesperado. 
Mejor así, que venga si quiere, 
que su libertad se sienta libre,
aunque sea una ilusión, una entelequia,
qué importa lo que sea si nunca
podemos saber lo que detrás de la aparencia
aparece, o más bien se sustancia, qué más
nos da si no lo vivimos, no lo sentimos, ella
es su propio diccionario, no yo —nada sé, nada
soy salvo una casualidad—, y su soberanía
debe prevalecer sobre mis ganas y yo, acepto
por principio su puesta en escena, su tramoya
ocasional y el elenco de unos actores en fila ante 
la picota de un público exigente, que ha pagado
un jornal por sentarse en las primeras sillas 
del patio de butacas y pide placer, pan y circo,
y ella y yo debemos dárselo aunque el pan
haya sido extraído ad hoc de un bodegón barroco. 
Mejor dejarla, que vaya y venga como el viento,
que llueva o no llueva según la tristeza, el campo
y el cielo convergan en un azar imprevisto. 
Y yo aquí, poblando mi mejor manera...