El cálido soplo de la noche felizmente rimada
que se cierne y se dispersa como un sueño.
Sobre nosotros, el soplo del universo sin dueño,
sobre la tierra aliento de tibia emoción, falcada.
No es aire, o soplo, es luz que desborda aclamada
en una profunda sombra desnuda, me inunda,
que envuelve nuestra piel desnuda, bifurcada,
como oscuros aceites, de repente, vagabunda.
Te acaricio también sin miedo, en ardientes apegos,
te abrazo con el vacío en un aire hecho de palabras,
colgados en la vigilia, siempre olvidando egos.
Toda esta delicada intensidad queda sin sosiegos,
se une a nuestro amor, rompiendo brechas, macabras
y lo recorre como un viento, sin sollozos tras fuegos.