Conozco esta fábula hace ya muchos años. No recuerdo bien si me la contó algún sabio con la barba blanca y los ojos blanquecinos o la encotré en una biblioteca mientras buscaba entre miles de tomos polvorientos un poema o un cuento que me diese un vuelco al corazón. Creo que es anónimo y eso le imprime más romanticismo si cabe.