Otra vez van las ovejas
obedeciendo al pastor,
todas juntas a ese son
de algún maestro poeta.
Todas balan al compás
del silbido de su flauta,
y aquella que se regaza
las demás, criticarán.
Todas bajan la cabeza
sin ni siquiera pensar,
que sus letras, sus poemas
puedan la cima alcanzar.
Y equivocadas, se alejan
del camino y de la senda,
que esconde esa verdad
y así, no brillan sus letras.
Que el pastor con su rebaño
hace y deshace a su antojo,
porque manda su callado
cual bastón de plata y oro.
Si el pastor dice que no
las ovejas callarán,
y si una ha de balar
las demás, la dejarán.
Esos pastores que son
entre ovejas, una mas
no tienen otra misión,
que en el rebaño, mandar.
Y todos tienen sus perros
amigos muy bien cebados,
que ladran y meten miedo
y asustan así al rebaño.
Ay¡ pastor que equivocado
el camino que has cogido,
que por no tener cuidado
muchas ovejas se han ido¡
Y el pastor, toca su flauta
y en el aire, su sonido
las ovejas han seguido,
y se convierten en cabras
de las letras, un olvido.
Que entre ovejas y entre cabras
si te fijas, hay carneros
con el ansia de la fama
pero escasos en los versos.
Y el rebaño, así anda
al son que manda el pastor,
obedeciendo al señor
con su vara y con su flauta.