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Y vivieron dentro de mí,
hombres cobardes,
mujeres timoratas,
ancianos vencidos,
niños sin crecer,
jóvenes destruidos.
Hombres
donde la cobardía
llegaba hasta el ridículo,
se transformaban en carceleros
de su propia agonía,
tenían miedo de empobrecerse
y se empobrecían,
tenían miedo de ser abandonados
y eran abandonados
y tenían miedo de caminar,
de correr, de volar,
hasta de escribir
y de morir tenían miedo
y siempre tuvieron razón en todo:
murieron sin llegar
a escribir ni leer nada,
pobres, abandonados,
tal cual como vivieron,
temblando,
llenos de miedo,
inmóviles.
(Del libro El hombre y Yo; Ed. Grupo Cero)