Salvador Galindo

Caímos en la trampa de la consciencia alienada

Caímos en la trampa de la consciencia alienada

hicieron de nosotros pura carne de cañón,

nos transformaron en la marioneta de algún titiritero

escondido entre sombras conspirativas.

 

Al momento de tomarnos la mano

marchando por esas calles desvencijadas

entre consignas, rimas inútiles y disonantes

estábamos sellando la trama de la discordia.

 

Nunca hubiéramos podido intuirlo:

una parte de nosotros quería quemarlo todo

pero la otra se aferraba a los viejos esquemas

Asustados, hicimos del otro la proyección de nuestra más profunda carencia.

Y a eso le llamamos amor. Y a eso le llamamos poesía.

 

¿Cuál será el final de esta obra difusa? ¿Cómo sigue la farsa?

¿Quién leerá nuestros lamentos e imprecaciones,

cuando las páginas sean consumidas por su propia combustión?

 

Caído el relato, caída la máscara

Ya no hay calle de regreso,

ya no hay página de sangre

solo nos queda el rostro descubierto

y una mentira insolente

que reclama justicia.