Sigo soñando despierto que duermo otra vez a tu lado. Creyéndome la ardua mentira, de que todavía no soy un extraño en tus sitios tibios y remotos. Es cierto, no soy más de tu cuerpo. Aún así, quisiera irme de tus sábanas, con los ojos bien cerrados, sin peso, y con la cabeza recostada sobre tus senos pequeños e interminables. Oyendo en tu respiración la cadencia de mi alivio, y cortándome con los alfileres cálidos de tu sangre. No quites tus manos tendidas sobre mis ánimos. Duele. Acaríciame en círculos sin aliento, hasta que me quede dormido, entregado. Ojalá algún día al despertar, verdaderamente estés aquí, y no me encuentre sólo, abrazado a mis carencias y agravios.
¿Por qué?
¿Cómo fue?
¿Cuándo dejamos de ser nosotros y empezamos a ser tú y yo?
-por separado-