Poesías en el aire
A Victoria
vos llegabas con tu libro
yo llegaba con mi libro
siempre al mismo banco
donde garabateamos
nuestros nombres
allá por el ochenta y nueve
y una tarde de sábado
siempre cumplimos
vos primero
yo primero
aunque a veces ansiedad
y Hernández, Martí, Lorca
Neruda y Benedetti
daban vueltas
por la plaza Díaz Vélez
escuchándonos
escuchándose
y Alejandra y Alfonsina
volvían a irse hacia el atardecer
cuando salíamos
para la estación abandonada
a librarnos de todo mal
y ese día que prometimos
iniciativa tuya o capricho
escribir poesías sin papel
tu voz y vos
mi voz y yo
y dibujarlas con exhalos
vibrando el aire
y dejarlas irse para siempre
con tu risa y con mi risa
con tu demasiada rima
y mi harto tedio de la rima
y tu sarcasmo y mi sarcasmo
eslabones a la nada
y mirarte los ojos negros
mirando lo invisible
que se marchaba a quemarse al sol
y lo prometido no es deuda
fue desde ese día
pacto o promesa
y yo guarde silencio y vos te fuiste
y las palabras flotan
mariposas de ceniza
aún en esas esquinas
a la sombra de esos árboles
en las rendijas del empedrado de esa calle
reposando en esas terrazas aledañas
esperándonos?
y ese día y los teléfonos
que sonaron con el apuro
de los presagios
ese día que no hubo libros
ni palabras
y el mundo bajó la velocidad
y llovió con ese cielo
lleno de estrellas
que no guiñaron los ojos
muchas veces volví
a ese banco y sentarme
esperar volver a verte
y tu nombre ya casi no se nota
debajo de las capas de pintura
debajo de los años
pero siempre en los sueños
en las palabras que buscan
mis anteojos
yo volví tantas veces
a ver que vos ya no estabas
te fuiste con todas las palabras
acaso te siguieron
como un perro fiel, compañero
y como hilo que le dice a la cometa
atadas un poco a mi
todavía me dan tu voz, tu vos
cuando extiendo mi mano
para tomar un libro
cualquier estrofa
ojalá
todas esas palabras hayan bajado
a escribirse en vos y en tu vuelo
a ser poesías en el aire
ahí, donde pertenecen
ahí, donde tienen que estar
ahí, donde ya no existen