A mí no me quieras así,
con la calma tensa de quien no espera,
con la sonrisa breve que se apaga
apenas encuentra el viento.
No me quieras por costumbre,
por el peso de los días
que se acumulan sin prisa
en la esquina de tu mirada.
A mí no me quieras con silencios
que arrastran despedidas,
con abrazos tibios,
como si el invierno fuera siempre bienvenido.
Quiero que me quieras con tormentas,
con las manos llenas de preguntas
y los ojos repletos de certezas,
que me quieras con la rabia
de quien ha perdido todo
y aún así encuentra belleza.
Quiero que me quieras con la piel viva,
sin temores al roce del tiempo,
que me mires como si la luna
tuviera algo nuevo que decirnos
cada noche.
A mí no me quieras así,
no me quieras por inercia,
quiero que me quieras como se quiere la vida
cuando se ha estado a punto de perderla.
Y si no puedes,
si lo tuyo es querencias a medias,
mejor vete,
que el amor que no arde
es ceniza antes de ser fuego.