Estoy, aquí, en solitaria espera
de algo que en silencio arde en mi sangre.
Espero entre lágrimas y penas
el milagro de tu voz llamándome.
Si me llamaras, morir no importaría.
Si me llamaras, vivir no sería nada
si no estar simplemente en tus palabras.
Tu voz es mi luz, mi memoria y mis días.
¿Serás, amor, esta dulce espera
en que duelen la luna y el silencio?
Nací para esperarte, tal vez, de esta manera
en que se juntan el otoño y el desvelo
en que es tu voz la noche que me abriga
y hago solo lo que tu amor me diga.