Alguien pidió
desde los ojos alados de un almendro
hacer un mundo, azul, mejor,
sin maldad de Dios
ni exigencias diabólicas
con un mínimo
celeste de bienestar
cubriendo inocentemente
las necesidades,
pan de Cristo,
techo de cristal,
abrigo de nubes,
salud con toda el alma,
educación entre unos y otros,
vejez plácida
y tiempo dulce
para ser dichosos.
Un habitante
de otro mundo dijo,
ordenar todas las piezas
añosas de este puzle
requiere una revolución
de la ciencia de las flores
que si bien
no será espontánea
ni amarga
se producirá
por eventos catastróficos sucesivos
dirigidos directos al corazón
que hará reaccionar
a los sobrevivientes operados de espanto,
quienes
construirían la sociedad del arte,
amable
para todos los seres.
¿Y dónde estarás tú soñando?
repartido en aire,
mares, nubes, tierra, desiertos, …
quizás espíritu errante
del universo
como una onda estelar,
hace tanto vagando solo
sin nada a cuestas
ni memoria,
vacío,
una señal gris indescifrable;
entonces,
los vivos no sabrán de nuestra existencia,
habrán cambiado las nociones
de alma, eternidad, energía, guerra, amor, …
Ahí estará también alucinando
venido del alto cielo galáctico
un individuo clorofílico y fotovoltaico,
alimentado por energía solar
y radiación cósmica,
hermafrodita y pacífico,
inmortal.
Los renacuajos croarán felices al amanecer.