Pilar Luna

EL BOSQUE MARINERO

Con ráfagas de viento,

salitre seco de la mañana,

el océano se despliega

sobre el bosque

y trae reminiscencias de su fondo

sin brisas que salpiquen

a la hojarasca rojiza.

Un silbido con desdén,

música de madreselvas

y un rayo de crisálidas

viajan por el agua.

Un aliento sin prisa

arrastra los lodos

que taponan el aire

y limpia las penas.

Son faros las embestidas,

brazos de un marinero,

noche de luna y de mieles

y cenizas sin espinas

con la sirena de esta floresta.

Por vez primera

sonríe la mala suerte

si en la esperanza

azul y verde se encuentran.