Una luna mielata seduce a mi navío,
Y, entre las sombras, celosa estás tú,
Mujer de madera con estelares íntimos,
De un corpóreo perfume infame, indeleble.
El ébano de tu esbeltez indómita,
Aun me sabe a amargo abismo y altivez,
A dadaísmo, a crepúsculos caniculares,
A vesanias y sadismo…