En la entraña de mi tierra,
bajo el sol de la campiña,
la vid crece y se encariña,
desde el llano hasta la sierra .
Baja el agua de repente
reptando la cordillera,
y las manos jornaleras
riegan viñas emergentes.
Parras de linaje fino
de quebranta o moscatel,
negra, albilla o torontel
fresca sombra en el camino.
En febrero dan sus granos
piel dorada o piel morena,
con su redondez serena
nos endulzan el verano.
De racimos va brotando
el zumo de la vendimia,
y en la falca se sublima
el pisco que va cantando.
Pisco es fuego y es abrazo,
licor noble y sin frontera,
orgullo de cada hoguera
de quien lo acuna en un vaso.
Cuál tesoro muy preciado
espíritu en las botijas
mi gente ahí lo prolija
sea puro o sea acholado.
Pisco noble y generoso,
hijo de la vid febril,
en su cuerpo está el sentir
de los hombres laboriosos.
Brinda mi pueblo al destino,
y a dios en cualquier lugar
y el pisco a su lado va
suavizando su camino.