Mucho antes de la peste,
La poesía era una verdadera fiesta
Y adorábamos declamar, reír, fingir
Bajo esa noche de expresiones teatrales
Cada quien con un gesto impostado
Procuraba robarse el corazón de los presentes
Pero tú y yo sabíamos que eso era pura mascarada
Que al día siguiente éramos simples comensales
Soñadores con demasiada imaginación
Creadores sin suficiente presupuesto
Apostándolo todo en un encuentro prohibido
Abominando de nuestras propias sombras
Con el rumor de la belleza y la virtud
Conspirando bajo el velo de las sábanas
Que envolvían los libros desparramados
Y los cuerpos extasiados,
arrebatados por la pasión, la complicidad
seducidos por el fulgor de la muerte
Por el presentimiento de un mañana sin nombre.
Mucho antes de la peste,
Mucho antes del gran estallido
Mucho antes de la gran conspiración
La poesía era una fiesta
Y a nosotros el destino, inexorable, nos apagó la música
Nos apagó las luces para huir de todos los sitios
Y acabar divididos por la imbatible noche
Que todavía vela cada una de nuestras palabras
y nuestros silencios, cómplices del desastre.