Rodolfo Lobo Molas

Y era la fuente

Y era la fuente, amor, era la fuente

y los zorzales prolongando el trino,

y era el arroyo suave y cristalino,

repitiendo tu nombre únicamente.

 

Y era tu piel temblando, tiernamente,

junto a mi piel curtida en el camino,

y eras en mí cual poderoso sino

como al mar es el agua eternamente.

 

Y éramos dos soñando en la corriente,

la mirada encendida y transparente

flotando en un azul de cielo y lino.

 

Y era toda la tarde en torbellino,

nuestros labios un río vespertino

y era el amarnos siempre, dulcemente.