A través de las mentes de hoy esclarecidas
se revela el tercer ojo de una maravillosa, diosa
como ciencia índigo que el silencio posa,
sabiduría en las grutas, con lunas instruidas.
Bibliotecas de amor y silencio, su vocación olorosa,
Partenón de bocas sedientas y avezados cuchillos,
por las mareas fecundas, por el Olimpo, ella es brillosa
bajo sus rayos sapientes nada es confuso nada es vacío.
¡Oh noches de locura, árbol ardiente de la vida!
sueños y reflexiones que la naturaleza descubre, sencillos,
en crepúsculos mansos, Atenea ama, piensa abstraída.
Con su brillantez, nos abre el mundo y lo acoge encantada,
las auroras preguntan, ¿Qué sabe la diosa, que deshoja bruñida
qué misterios, nos deja a través del tiempo? ¡Y yo la admiraba!
Ivette Mendoza Fajardo
Soneto libre sin métrica