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29. DÉJAME DESCRIBIRTE

Déjame describirte con palabras,

aunque suenen a torpes e inconformes;

 

Déjame describirte con mis ojos,

que se ponen nerviosos cuando tocas

con ese mirar tuyo indescriptible...

 

Déjame describirte con mi olfato,

cuando huelo tu cuerpo a cigarro

para luego embriagarme con tu aroma;

 

Déjame describirte con un beso

que en tu mejilla poso al despedirme

sintiendo el beso tuyo en mi mejilla

con tus labios sensuales al posarse,

alargando muy poco ese momento;

 

Déjame describirte con mi boca

recorriendo tu boca y cuerpo lentamente

hasta beber la blanquecina esencia cristalina

que bordea el ciprés cuando se muere

después que erguido toda una vida se ha estado

 

Déjame describirte con tu boca sensual algo incitante,

estremeciendo mi piel cuando la besa

aflorando sonrisas prontamente;

en el susurro de súplica

a tu cuerpo pidiendo que me estreche,

 

Déjame describirte con mi tacto

disfrutando un poco tu contacto

descubriendo tu piel suave

algo inquietante

provocando tocarla

con mis labios;

el color de tu piel algo canela

recreando mis ojos excitados

en tu expresión de niño algo extraviado...

 

 

Déjame describirte con mi piel

que aunque fría y pálida se encuentra

responde al contacto de tu piel

cuando se pone ardiente apasionada.

 

Déjame describirte con mi abrazo

respondiendo casi  de inmediato

con un abrazo tuyo reflejado;

cuando espero el abrazo de tu parte

disminuyendo el hielo alguna tarde,

o quizá en la noche,

o al llegar el alba tal vez sea

que aunque cerca dos cuerpos son distantes;

 

Déjame describirte cuando siento

que recorres mi cuerpo sin sentirlo;

 

Déjame describirte con la lluvia

en tu pelo cayendo lentamente

deslizando cristales por tu cara

empapando  los hombros y los cuerpos

por los senderos verdes enseñados

en las fotos tomadas hace poco;

 

Déjame describirte sensualmente

una caricia sexy en plena noche,

en la mañana o la tarde cuando encuentre

ese cuerpo delgado que me atrae,

esa boca sensual bien perfilada

hasta llegar a un roce sin reproche

sin evitar el contacto que produce

sensación agradable,

sin explicar el ocaso prohibido;

 

Déjame describirte con la ropa

que te vi aquella tarde al visitarte:

tu cabellera siempre no ordenada,

de la plata en los hilos coqueteando

en las sienes posados y asomados

por el gorro de lana aprisionado;

la camiseta suave contrastando

tu carita de niño deslumbrante,

con asombro expresado en tus mejillas rosas

momentáneos instantes más intensas;

desteñidos “jeans” completando

el atuendo ideal para quitarlo.

 

Déjame describirte como amante

cuando pueda yo amarte y tu me ames

y sintamos los cuerpos y las carnes

estremecer hasta el fondo de los huesos

por el deseo y ansias de estar juntos;

 

Déjame describirte como quiero

cuando quiera describirte… solo déjame…

sin hacer ningún gesto de reproche

mi canto es y

me acompaña cuando es noche.

 

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