Omara Durand, once letras, profecía marcada para acariciar once medallas, algún dios corredor esculpió tu talla, rondó tu bautizo para soñar este día.
Anduviste feliz sin creer en después,
dueña y vencedora de cada segundo. Una vez enseñaste a volar al mundo,
reían las pistas si besaban tus pies.
Allá, muy lejos, el final te esperaba.
Nunca pensamos llegar a esta meta
donde hasta los relojes lloraban.