También tengo otra pasión
que es jugar ajedrez en cada ocasión
aunque creo que soy bueno
pero siempre hay mejores como algunos chilenos
pero acabar una partida es difícil
pero para un talento juvenil
es el mejor festín.
En el tablero blanco y negro,
donde el silencio habla en sombras,
se mueven piezas de un juego eterno,
el destino en cada mano toma forma.
El rey se esconde, frágil, solitario,
mientras la reina danza libre, segura,
caballos saltan en senderos varios,
y los peones marchan sin premura.
La torre observa firme su horizonte,
el alfil cruza diagonal el cielo,
todo es estrategia en este monte,
de cálculos precisos, frío y duelo.
Cada jugada es una vida en sí misma,
un intento de esquivar el jaque cruel,
la victoria es un susurro, una prisa,
donde el vencedor no siempre es fiel.
Porque en ajedrez, como en la vida,
a veces se avanza, otras se cede,
y en cada movimiento el alma olvida
que tras ganar, también se pierde.