D. Méndez

Se que lo prohibido te excita

En la penumbra de nuestros deseos callados,  

se agita la chispa de lo oculto y lo vedado.  

Tus ojos brillan con esa pasión silente,  

donde el pecado se vuelve urgente.  

 

Cada límite, cada regla rota,  

nos acerca más a la llama que provoca.  

Tu piel, al rozar lo prohibido,  

se enciende en un fuego no compartido.  

 

Y aunque el abismo se extiende ante nosotros,  

no puedes negar el placer en tus ojos.  

Sé que lo prohibido te excita,  

y en su sombra, es donde más palpitas.