Aquel país con maravillas,
a conocer.
Aquel con tantos nidos a descubrir.
Aquel que se hizo llamar una vez
El país del Río de la Plata.
Donde nos fuimos acostumbrando
poco a poco al no sé qué,
e irradiamos en más de una generación
males sin consideración,
males sin sollozar.
Te digo algo:
aún no vale la pena vivir acá.
¿De qué sirven tantas joyas?
Si el barro es más denso
y tu voz más tensa,
como las cuerdas de aquel piano
a vibrar.
Aquí, lastimosamente,
solo importa esa parte del nombre
de ese gran río.
Esa parte sí, que nubla tu visión
y nubla la razón.
Lo más grave
es mucho dar y poco recibir.
Lo más grave
es soñar y quedé ahí.
Lo más grave
es que la esperanza tenga su fin.
Lo más grave
es si pierdes esa gota,
esa gota de felicidad.
No vale la pena seguir acá.
¿Por qué? Me dirás.
¿De qué sirven tantas obras?
Si te rodean tantas sombras,
si poco y nada vale
tu genialidad y lucidez
a entregar.
¿Por qué? Me dices.
Si aquel hornero construye
sin la ayuda de un Dios.
Si aquel viejo sentado
tanto amor expuso al Sol.
Si aquella Luna
tantos artistas alumbró.
Si aquella madre
tantos abrazos dio.
Usted no lo entiende:
las cosas han de cambiar.
Hay muchas cosas preciosas,
y terribles a la vez.
No hay que conformarse con dejar el atrás.
Y yo, yo te diré:
¿De qué sirve tanto amor a algo dedicar?
Si será pronto derrumbado sin piedad.
Acá las cosas con corazón
de tungsteno haz de proteger.
No es fanfarria,
aunque no lo quieras imaginar
o creer.
¿Por qué? Me dices.
Si aquel señor
su futuro forjó.
Si aquel niño jugando
con salud creció.
Si aquel inventor
tanto al mundo dio.
Si tantas guerras
por suerte no ocurrió.
Te diré algo:
guerras poco hubo,
pero con palabras sí que fueron más,
en egos y polarización,
con pizcas de indignidad.
Aquí, de a poco, de a poco,
la educación y moral se rebajó.
Ellos que lo hicieron
no tuvieron mucho perdón,
pero ya los malos tragos quedaron.
Aquellos tragos no se borrarán;
no, ya no.
Todo lugar es hermoso si solo lo ves,
si solo ves,
si solo ves lo superficial.
Yo te aconsejo,
Desde mi humilde opinión:
una sonsa irreflexión,
otro camino pensar,
otro camino tomar.
A veces lo mejor,
lo mejor es poco analizar.
Es la Argentina el país
de la plata.
Sí, señor.
De las riquezas;
así lo oyó,
pero no, no de la compresión.
Es la Argentina el país
de la solidaridad.
Sí, señor.
De las culturas;
así como oyó,
pero no, no de la gran razón.
Es la Argentina el país
de la hoja.
Sí, señor.
De las riquezas;
así lo oyó,
pero no, no de la compresión.
Es la Argentina el país
de la esperanza.
Sí, señor.
De las manchas;
así como oyó,
pero no, no de la gran razón.
Es la Argentina el país
de la hermandad.
Sí, señor.
De los golpes;
así como oyó,
pero no, no en todo
hay que querer ser superior.