gaelbastar

Love

Cuando nuestros cuerpos se deshagan  
y las moléculas que una vez fueron piel,  
manos entrelazadas, labios que se rozan,  
se liberen al aire en un susurro fugaz,  
no será el fin, sino el principio.

Nuestros átomos, errantes, vagarán por la tierra,  
mezclándose con las raíces, el agua,  
y en ese ciclo infinito de vida y muerte,  
sé que volveré a encontrarte.

Cuando nos reencarnemos,  
ya no seremos lo que fuimos,  
pero sabré que eres tú.  
Lo sabré cuando, en un cuerpo nuevo,  
tu risa, aunque distinta,  
me recuerde al eco de noches pasadas,  
cuando la forma de tus ojos,  
aunque sean de otro color,  
me revele el mismo brillo que vi en cada amanecer.

Nos miraremos, desconocidos,  
pero sentiré ese latido,  
ese temblor que no tiene nombre  
más que amor eterno.  
Lo sentiré en tus manos cuando me toques,  
cuando sin saber por qué,  
mi alma reconozca el calor de la tuya,  
ese calor que fue mi hogar en cada vida.

Te amaré en cada cuerpo,  
en cada rincón del universo,  
porque aunque nuestras formas cambien,  
el amor que siento por ti  
trasciende la carne, los huesos,  
y se cuela en los hilos invisibles  
que unen las estrellas con la tierra.

Volveremos a ser uno,  
en algún lugar, en algún tiempo,  
cuando el ciclo de la vida nos junte de nuevo,  
y en ese momento sabré que eres tú  
porque mis manos sabrán tu forma  
aunque nunca te hayan tocado antes,  
porque mis ojos te buscarán  
como se busca el sol en una mañana nublada.

Y cuando te encuentre,  
en esta vida o en la siguiente,  
no hará falta decirnos nada.  
Te reconoceré por la manera  
en que mi corazón, sin razón aparente,  
se sentirá completo solo con verte.

Te amaré entonces como te amo ahora,  
con cada átomo, con cada molécula,  
con cada parte de mí que ha sido y será.  
Porque en cada reencarnación,  
somos lo mismo:  
tú y yo, unidos en el polvo,  
en las estrellas, en el todo.  
Eternamente.