Emilio Barrios

Una noche en la playa

Una noche sentado en la playa, pensando en esa tierna mirada, recuerdo aquel día, me dijiste que me querías, yo sin dudar te lo creía, me dijiste, alguna vez fui herida, yo amaba y no fui correspondida.

 

Siempre quise un amor como el tuyo, \"me decía a mi misma que si lo encontraba lo disfrutaría lo cuidaría\", no lo lastimaría, te prometo, te lo juro, eres único, tú y yo siento que somos uno para el otro.

 

Pero vaya como son las cosas, todo lo que decías, lo echaste por la borda, como un marinero que se tira abandonando el barco y se ahoga, tu palabra se esfumo como el viento que lleva al humo.

 

En verdad no creí que lo que tú me decías solo sería una vil mentira, no entendí si fui para ti una especie de catarsis, o simplemente buscaste aliviar tu alma y cicatrizar tus heridas, a costa mía.

 

No importa cual haya sido la razón, lo que quiero decir es que destrozaste este corazón que te di sin garantías, sin condición, y tú, y tú criatura dolida, no tuviste ni una gota de compasión, he aquí yo con el agua salpicando mi cara, mis mejillas todas mojadas.

 

Y te lo digo por si no comprendes que no es por el agua, son por las lagrimas que recordando tus dichos derramaba, ¡claro que los hombres también lloramos!!, quizás lloramos más de lo que tú te imaginas.

 

En un momento dado, algo me atrapó, me gire, mire a mi alrededor, buscaba por todas las direcciones como un roedor observando a su cazador, ¿quizás sea la muerte?, no lo sé, me estremecí, no comprendí que es lo que me sucedía.

 

Tomé un puño de arena en mis manos, como un acto involuntario, la arena se desliza de entre mis dedos, como tus sentimientos fuera de mi, lo sentí, y esa sensación que recorría mi cuerpo era la mismísima ¡nostalgia!, ¡si así se lo llama!, por si no lo sabias.

 

Pobre de mi como dejé que pasará, no fue justo, fuiste egoísta, te has lastimado, te han lastimado y te ensañaste conmigo, yo aquí sentado al costado del rio, pensando en el abismo, queriendo precipitarme al vacío.

 

Observando las estrellas, unas brillando más que otras, y a la vez preguntándome, ¿Qué te hice para merecerme este dolor?, la vida la tengo rota, un cangrejo me pellizca la mano con sus tenazas, lo miro, lo observo, lo toco, le digo \"tú sin tu caparazón no eres nada, así como yo sin mi amada ya sin esperanzas.

 

Y ese pequeño animal me hizo entender que todo fue un sueño, algo superficial, visceral, una farsa, tal vez una pesadilla, que mi ilusión de amor perfecto, simplemente jamás existió, jamás existiría.

 

Yo al costado del rio con la arena entre mis manos, la suave brisa, el brillo de las estrellas sobre mi cabeza, pensando en ti con mi aflicción en el pecho y la sangre emanando recorriendo mis muñecas, el cuerpo tieso, la mirada perdida, ya no siento nada, que me pasa, sin signos de vida, ¡¡¡¡estoy muerto!!!!..