Yeshuapoemario

¿El Juez de toda la tierra no hará lo que es justo? (Gén. 18:25).

 

En la corte celestial, el juez supremo observa,

con ojos que todo lo ven, corazones descifra.

No hay secreto alguno que a su saber se esquiva,

ni hay alma que oculte su verdad más íntima.

 

Conoce las leyes, las escritas y las tácitas,

las de los hombres y las que rigen los astros.

Su balanza pesa con justicia y sin tácticas,

y su veredicto resuena como un claro canto.

 

No solo lo aparente su juicio determina,

sino que en lo profundo de la psique se adentra.

Cada hilo del ser, cada causa y cada quimera,

ante su mirada, se revela y se presenta.

 

El ADN, la crianza, el entorno, la mente,

son factores que considera en su sentencia.

Nada escapa a su análisis, es omnisciente,

y su perdón surge de la más pura clemencia.

 

Jehová, el juez, en su trono eterno se asienta,

con sabiduría que a los tiempos trasciende.

Su juicio es amor, su ley es siempre perfecta,

y en su divina justicia, el amor se extiende.

 

Así el buen juez, en su divina tarea,

conoce a fondo la ley y el corazón humano.

Distingue el bien del mal, la luz de la sombra,

y en su infinita gracia, nos toma de la mano.

 

Porque no hay juez más justo que el Creador,

que ve más allá de lo que el ojo alcanza.

Y en su vasto universo, lleno de esplendor,

nos guía con amor, nos brinda esperanza.