jvnavarro
DIARIO DE VERANO LXIX (EN EL DÍA A DÍA)
Estamos en el día a día
mientras escribimos poemas
y nos observamos así mismo
tal y como estamos
sentados en una cómoda silla.
Sepan que a estas alturas
de nuestras vidas
los seres humanos se matan
por viejas rencillas.
Sepan que el Planeta Tierra se muere
por falta de compromiso
para con el pequeño universo
que nos cuida.
¿Es mucho pedirle a un poeta
que diga algo
que no sea hablar siempre
del amor, del sol y de la luna?
A todos se nos supone románticos.
Todos tiramos los tejos a alguna mujer
que por lo que fuera
nos entró por los ojos
por su forma de ser
y encantos en su medida.
Y cada cual cuenta como quiere
su vida y sus aventuras,
sus amores y desdichas,
sus soledades torcidas
y las rectas en paz
sin necesidad de salirse en una curva.
Todos somos mayores
para plasmar en nuestros escritos
aquello que mejor pueda ir
con el mundo que vivimos
hoy en día.
Sepan que la historia
por todos conocidas
cuenta lo que a los de siempre
les gusta
y a pesar de ellos ya sabemos
como funciona la economía
y la religión
y la política.
Sabemos que de la solidaridad
entre los seres humanos
se podría escribir
una gran biblia laica
sin necesidad de cruces
ni de insultos racistas.
Y volvemos
es obligación del escritor
retornar a la casa
donde las mariposas anidan
en los oídos del poeta
que con ellas migra
a una cueva profunda,
de la que salir lozanos
y pintados de los colores de la vida
para correr una hermosa aventura.
Cirios de semana santa,
cánticos en una misa,
glorias a Dios y a las vírgenes,
todas las culturas tiran de lo mismo
para someternos
y hacernos criaturas cebadas;
el pecado está en tener alma y conciencia,
en ser agentes exportadores de sabiduría.
De ser irracionales
todo sería más fácil,
las poesías serían bramidos,
rugidos, balidos, rebuznos, silbidos,
gesticulaciones
e impulsos de explosión
y nuestro planeta se regiría
por la voracidad primaria
de sus esas otras,
casi ya románticas criaturas.