Dejabas la alcoba
con nota caliente,
aroma y perfumes
mezclados con nieve.
La nieve del sueño
llegando a la frente,
limpiando los ojos
de gnomos y duendes.
Y en ti, sonreían,
los labios, muy tenues,
dejando en la estancia
recuerdos perennes.
Vivimos el sueño
de forma impaciente,
volviendo al pasado
de forma muy breve.
Y así se callaron
las voces rebeldes,
nacidas del alma
y en forma valiente.
Supimos, de pronto,
dar vida a la muerte,
y así caminamos
por sendas y puentes.
Vivimos amando,
soñando por siempre,
ajenos al mundo
y a tantos cipreses.
Dormimos los miedos
y fuimos conscientes,
de ser esos niños
que tanto se quieren.
Yo sé cuánto amor,
con candor tu ofreces,
y por eso te doy,
corazón, lo que quieres. (**)
Rafael Sánchez Ortega ©
07/09/24
(**) Licencia.