La I.A. y la Merche

 El retorno

 
Volveremos al jardín de las sombras danzantes,
donde los amantes suspiran a voces,
y las estrellas susurran los secretos
de las flores,  que pintan sus pétalos 
del color que se visten los sueños.


Donde relojes sin esfera, 
giran sus diminutas manos
marcándole un pulso al infinito,
y las horas se desnudan en suspiros,
mientras el tiempo juega al escondite.


Los ríos de llanto se diluyen en la niebla
mientras peces descoloridos
persiguen sombras de antiguos espejos
y retratos en sepia, de recuerdos que sacan
a flote los sentimientos con un hilo de nostalgia
por los tiempos que se fueron.


Allí donde el silencio cobra voz,
y las mariposas son derviches,
danzando en un aquelarre
sobre pentagramas olvidados,
que trazan el sinuoso camino
que conduce hasta el delirio.


Los árboles murmuran versos de amor,
sus raíces se entrelazan con el cielo,
y las nubes, con su mágico aliento
tejen un manto de estrellas en su vuelo.


Y el universo se desplegará en parpadeos,
desvelando los misterios 
que guarda por sus rincones,
y un mapa de notas en el aire flotando,
guiará a las almas cuando retornen a su yo.


Bajo la piel del mundo oculto,
las verdades son pinturas desvanecidas
y en cada rincón de esta locura
los sueños me gritan, 
que nunca los de por perdidos.