Hace un año partiste en dos el cielo.
El tiempo nada significa ahora,
pues pasa, solo pasa y te devora
la vida en su rutina, en su flagelo.
Apenas hay retazos de consuelo:
la música del mar abrumadora;
la luz que, en el albor, ya se avizora
el día que comienza con tu anhelo.
Y sigues, a pesar de todo y todos,
pues sabes que seguir es el camino
mientras el mundo, rueda que te rueda,
prosigue sin parar de todos modos.
Por eso ya, sin tiempo ni destino,
el recuerdo es aquello que nos queda.