En una noche clara, bajo el manto estelar,
las constelaciones danzan, a un ritmo sin par,
mi corazón susurra, entre susurros de luna,
nace un nuevo amor, como una estrella oportuna.
En la vasta galaxia de sueños perdidos,
te encontré como un cometa, entre caminos heridos,
tu risa es el eco de un sol naciente,
ilumina los rincones de este amor latente.
Con cada mirada, un meteoro fugaz,
recorrimos el cielo, desafiando la paz,
las nebulosas dibujan nuestro destino,
y en el infinito, germina un cariño divino.
Los planetas giran, en orbitas de encanto,
y en el silencio cósmico, el tiempo se quebranto,
tus manos son asteroides que danzan con mi piel,
y en cada roce tuyo, estalla un nuevo amanecer.
Eres la gravedad que me ancla a tu esencia,
el ritmo del universo, la pura congruencia,
en la sinfonía de estrellas, nuestro amor florece,
como la Vía Láctea, que eternamente crece.
Sostenidos en un baile, de constelaciones fiel,
los destellos de tu mirada, son el fuego de una estela,
navegamos entre luces, y sombras compartidas,
en este cielo vasto, donde nacen las medidas.
Cada palabra tuya, un eco en la vastedad,
un pulso en el cosmos, marcando la verdad,
como pulsar de estrellas, que titilan en la noche,
nuestro amor, un universo que nunca se despoche.
Así, en este viaje, hacia lo desconocido,
construimos una historia, de un amor bendecido,
que despierta en el cosmos, entre vastos confines,
nació un nuevo amor, y se encienden los confines.
Por siempre seremos, dos cuerpos de luz,
en el espacio infinito, donde nunca hay una cruz,
el amor que ha nacido, es eterno como el cielo,
y en su esplendor inmenso, siempre hallaremos consuelo.