Yeshuapoemario

El hombre darĂ¡ todo lo que tiene por salvar su vida (Job 2:4).

 

 

En el vasto tapiz de la existencia, las pruebas se tejen como hilos oscuros que, a menudo, desafían la trama de nuestra fe. Como Job, enfrentamos tormentas, no de arena y viento, sino de dudas y desdén, que Satanás, el adversario, sopla con astucia. Él cuestiona la sinceridad de nuestro amor, la solidez de nuestra devoción, insinuando que en la fragilidad de nuestra carne, flaquearemos, traicionaremos el divino afecto que nos sostiene.

 

Mas no somos hojas arrastradas por caprichosas ráfagas, sino raíces que se hunden en la tierra fértil de la fe. Con cada prueba, como Job, aprendemos, no solo de la textura de nuestra alma, sino también de la fortaleza que se esconde en las grietas de nuestro ser. La humildad que Job abrazó es la misma que nos invita a reconocer nuestras faltas, a ver en cada desafío no un castigo, sino una lección, un espejo donde nuestras imperfecciones se reflejan, pidiendo ser pulidas.

 

Así, en la forja de la adversidad, nos moldeamos, nos transformamos, no porque Jehová nos pruebe por capricho, sino porque en su amor infinito, sabe que es en el crisol de las dificultades donde se revela la verdadera esencia de nuestra fe. No es que no nos ame o desprecie nuestros esfuerzos; al contrario, es en nuestro empeño por superar, por mejorar, donde nuestro amor por lo divino se vuelve inquebrantable.

 

Satanás, el gran engañador, puede susurrar mil mentiras, pero la verdad resuena más fuerte en el corazón que ha visto la luz de la verdad. No nos engaña, porque conocemos sus tácticas, porque cada prueba es una oportunidad para afirmar nuestra esperanza, para demostrar que, aunque frágiles, somos resilientes, y que nuestro amor por Jehová es tan profundo como el océano y tan eterno como las estrellas que rigen la noche.

 

Y así, con cada dificultad que enfrentamos, con cada duda que disipamos, nos acercamos más a la perfección que anhelamos, no como seres inmaculados, sino como personas en constante evolución espiritual, buscando la luz en medio de la oscuridad, la sabiduría en la simplicidad de ser más humildes, más conscientes, más amorosos, una unidad única con Jehová. Porque al final, es en Jehová donde encontramos la verdadera fuerza, la verdadera gracia, la verdadera fe.