Aquella mirada bonita,
dulce y sencilla,
que my amable me regalaste,
quedó grabada en mi memoria,
y ya no puedo olvidarte.
Así se inicia la historia…
Un ruiseñor volaba y cantaba.
Una flor que despertaba,
en tus labios puso el color,
y un reflejo del sol,
iluminó tu mirada.
Y en tu sonrisa…
un hada encantada,
fijó la delicia,
de tu mirada.
© Saulo García Cabrera
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