Y ahora llegas tú, cuando el sol ya se ha ido
y yo he limpiado el suelo, los mocos de los niños
y he puesto maquillaje al ojo golpeado.
Bailan las llaves en la puerta y sólo siento miedo.
Tiemblo al ritmo de las llaves y elevó una plegaria al infinito.
Espero...
Espero a ver tú cara, si vienes a ignorarme o a elegirme, víctima una vez más de tus derrotas.
He parido tus hijos y os he cuidado a todos,
he olvidado que existo en esta cárcel sin barrotes.
\"¿Qué te falta mujer?\" -me escupes en la cara-
y no sé responder lo que me falta,
más bien podría contar lo que me sobra.
Me sobran los insultos, los desdenes,
me sobra cada golpe sobre el alma,
me sobran tus silencios despectivos,
Las marcas de mi piel, noches en blanco,
Las lágrimas que guardo en las entrañas
cuando entras en mí, sin mi permiso,
cuando soy el juguete que desgarras.
Y llegas tú, cargado de veneno,
y me clavo las uñas en las Palmas.
Los niños, hace rato se han dormido
para que no molesten mientras cenas,
para que no molesten mientras hablas
y viertas tu maldad y tu locura
sobre sus almas blancas.
\"¿Qué te falta mujer?\" -me escupes en la cara-
Nunca faltó el pan en nuestra casa.
Apenas en murmullo te contesto:
\"Nunca nos faltó el pan, pero nos SOBRÓ el miedo.
Inma Diez