José Luis Barrientos León

Bajo la lluvia

 

El agua resbalaba por mi piel,

mientras tendía mi mano para protegerla.

El agua empapaba mi cuerpo,

mientras mi susurro hacía temblar,

los pétalos de su alma,

sobrecogida de asombro.

 

Éramos dos amantes,

cubriéndonos de fragancias,

sobre las flores deshojadas

bajo las gotas cristalinas,

que bautizan los cuerpos,

en el placer infinito,

de la piel desnuda y mojada.

 

Y humedecidos nuestros asombros,

la voluptuosidad de los cuerpos,

se convierte en tenues sombras,

en medio del silencio de las gotas,

que ponen en nuestras bocas,

el placer infinito de un beso.