Jamás me llegó tu carta,
escrita con aguas de mar,
difusas las palabras,
a obscuras una vez más…
Paseaba por la rambla,
tratando de serenar,
el impulso de una tarde,
que comenzaba a menguar.
Recordaba nuestros vacíos,
rompiendo el hilo sisal,
cuerda en que sonaba el lamento,
del grito abismal…
Jamás recibí tu carta,
mas la puedo imaginar,
escrita a modo de despedida,
a las orillas de el mar.