En el silencio puro de tu ser, brota una llama,
un destello eterno que solo tu alma percibe,
es luz sagrada que en lo más hondo derrama
su llamado sutil: vivir, soñar, y ser libre.
Con cada aliento, esa chispa en ti respira,
crece en su fuerza, envuelve tu amanecer,
y aunque sombras ansíen velar tu vida,
la luz de Jesús en ti renace, te invita a florecer.
No se extingue su fulgor, ni desvanece su misión,
es lámpara divina que en tu ser habita,
en su brillo hallarás vida y redención,
y en su calor, tu alma se torna infinita.
Con fe serena y humildad, seguirás el sendero,
buscando esa fuente que te enseña a latir,
y aunque la vida te someta a inciertos cerros,
esa luz te alzará, te hará siempre resurgir.