Mi mente es una vorágine de monstruos indomables,
mi mente ruge poemas ocasionales,
la mantengo a raya con versos originales,
la alimento de lápices con punta inimaginable.
Mi mente tiene
vida propia,
nombre propio
voluntad propia,
pasión de hierro,
poder infinito.
Le tengo miedo.
Temo que un día escape de mi cráneo,
temo que se lance a los espejos y a los mares,
que se vaya lejos
en busca
de Puerto Supremo.
Pobre de mí,
que vivo de su compasión,
que solo ignorándola
consigo precisión.
No sé explicar
el dominio que ejerce en mí,
simplemente me entrego
a su bestialidad,
porque, a pesar de todo,
tiene hospitalidad
y me protege
de la muerte y lo prosaico.
Karina Luz