<<Esta sed que reseca mi intelecto,
ruge brava en mi numen y en la hoja:
bestia rauda a la pluma que desoja
roja alma sedienta por afecto.
Esta sed que devora mi dialecto,
siega toda la calma que se aloja
presta y tímida al mar, en paradoja.
-Esta bestia reniega de mi aspecto-.
Sacia toda la sed que me domina…
¡Oh!, a ti, que inmutable experimentas
toda fuerza con ojos del vacío.
¡Dame ríos que ahoguen lo que obstina!
¡Dame carne!, que dome a mis hambrientas
bestias, ¡dame las aguas que ya ansío!>>
Y, me magra la carne aquella bestia…
Me liba con su beso toda lágrima
enjugando las sales de mi rostro.
-El deseo comienza su aleteo-.
-Abre sus negras fauces infernales-.
Masculla con blasfemia aquel demonio
seduciendo mi oído y mi intelecto.
-Con su lengua taimada y viperina-.
Retuerce toda idea que me nace,
envenenando mis sensibles venas
con la ponzoña negra de su boca.
(Liba la mariposa de la muerte).
-Dicen, que sea cauto a su porfía-.
Es inútil, soslaya con sus garras
fantasmales cualquier intento vago
de mis brazos, -me muerde como un perro-.
Su labia se confunde con la mía
entre los alaridos dolorosos
y tan pecaminosos que vomita
mi dolorido tórax al vacío.
-El cielo no me escucha y no lo hará-.
Se ha consumado en mí…, en cada hueso
que sostiene mi carne moribunda.
Me veo, y, solo veo su espectral
silueta reflejada en el espejo
cubriendo con su bruma la mitad
de mi rostro, -se ríe con malicia-.
El dragón y las crónicas se envisten…,
y se alzan por encima de los reinos.
-Lo rojo se fecunda por mi faz,
lo oscuro de mis ojos en la nada-.
Hoy, el monstruo a nacido en los jardines:
Segador de la rosa y de la espiga. *
-Dicen, que sea cauto a la porfía
del demonio, mas, no comprenden nada…
Por ahora-.
*Alusión a la leyenda de San Jorge y el dragón.