EL VACÍO DE TU PARTIDA
En la penumbra de un amanecer gris,
hoy me embarga una angustia sin fin,
como el eco de tiempos lejanos
donde tu luz no iluminaba mi existir.
Antes de tus ojos, estrellas fugaces,
antes de tu calor, antes del sueño,
vivía en la frialdad de mi soledad,
y tú, con tu cuerpo, desnudaste mi invierno.
Tu piel, suave como el cielo de verano,
y el látigo de tus manos, arte sutil,
donde mi cabeza, rendida, hallaba paz,
en el rincón de un poema, te amaba, febril.
Tú, que anunciabas mi destino incierto,
¿por qué no me dejaste antes de entregarte?
Con una vida que aún humea como señal,
espera sin esperanza, no puede ocultarte.
El crepúsculo ya no me observa al amanecer,
la brisa aúlla en mi ventana sellada,
recuerda tu voz, que en sombras me cercaba,
y mi alma, cautiva, se ahoga en la nada.
Escribo melancolías en versos quebrados,
buscando en palabras un eco de besos,
tus labios que eran miel y mora fresca,
mi sed, en ti, hallaba sus excesos.
Tu aroma, en sábanas mojadas, quedó,
donde escribía versos que te cantaban,
tu cerquillo, mi amuleto, en el prado arranqué,
y el placer de aquella noche, el tiempo recobraba.
Las veces que clamaba en tu ventana,
mis poemas inauditos en tu nombre,
las rosas, las cartas, tu silencio oculto,
mis lágrimas, mi carga, mi dolor sin nombre.
Cargué, lloré, casi morí por ti,
dejando todo por un amor que creí,
y hoy, me dejas sin piedad, sin ser,
como un paisaje desértico, sin amanecer.
Mírame, en este desierto de desolación,
como el cielo en tinieblas, sin sol ni luna,
mi cuerpo, naufragio de lágrimas perdidas,
mi corazón, sin coraza, a la deriva, se acuna.
Sin tu amor, el umbral de mis sueños se apaga,
mi camino al horizonte se desvanece,
ahora, soy un pájaro sin nido, sin hogar,
tu promesa, tu amor, se disuelve y desaparece.
Cuánto duele este vacío, habitado por fantasmas,
cuánto duelen las huellas que marcaste,
cuánto duele tu ausencia, tu presencia perdida,
cuánto duele el recuerdo que mi pecho desgasta.
Lágrimas quedan, tras tu partida fugaz,
en este eco de soledad que nunca cesa,
cuánto duele este recuerdo, que se clava,
en un pecho que aún guarda tu tristeza.
Autor: LUÍS APAZA H. Alías: Corazón Bardo
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