Y me amamanta el murmullo del arroyo que se adentra en el silencio;
Y me permito ser y sucederme,
escarbando en el sinónimo secreto y latente,
el que nunca eclosiona...
De arrebatos de grandeza poseída
malvive el poeta malherido,
en la jungla de un abecedario observador e inquisidor,
que pasa lista y factura,
que toma notas inconclusas,
que rezuma inconcordancias y absurdeces
vomitando entre bilis e ignorancia
en la alquímica mezcla poética...
¡Qué gran amenaza la nuestra!
¡Qué gran delirio el vuestro!
¿Acaso quiere Dumas realmente crear el cuarto mosquetero?
Yo sé que quiero fundirme en letras y estrofas
que no importen a nadie más que a mí,
morirme de lenguaje
y ser enterrado bajo sueños
en un selecto oniris con escogidos privilegios...
Sude mi cadáver que no es nada más que nada mientras se pudre indefenso,
y brinquen gloriosos los insectos y los buitres,
y se amotinen los hedores en festín,
mientras me dejan en paz en alma libre
completando la vuelta de mi ciclo y del vuestro...
...que el mismo resulta ser.
RBP (9/9/24 - 10:40)