Quise ahogar tus memorias en vasos vacíos,
en copas rotas donde el olvido se esconde.
El licor quemaba en mi garganta,
pero tu sombra persistía,
más fuerte que el ardor,
más cruel que la resaca.
Cada sorbo era un intento de escape,
pero tu imagen se filtraba entre los tragos,
y me seguía, me destruía.
Quería olvidar el alcohol,
pero es tu recuerdo el que me mata,
el que me consume,
el que no me deja partir.