¿Cómo está?
Preguntaba con sinceridad.
¿Cómo sigue?
El curioso quería saber.
¿Está mejor?
Preguntaba el preguntón.
Murió muy solo,
sin nadie a su alrededor,
su vida terminaba
y apenas se enteró.
El sincero, en su lamento.
El curioso, sorprendido
y el preguntón, preguntaba.
Algunos se interesaron
pero nadie quiso verlo
en su momento final.
En poco tiempo
el olvido
se hizo cargo
de todo.